miércoles, 10 de diciembre de 2008
DEATH DEFYING ACTS

La cosa va de... una buscavidas y su hija que trabajan en un número de magia con tintes exóticos y que están pasando por serios apuros económicos. En una proyección de cine ven que el gran mago Harry Houdini va a actuar en Edimburgo y que está ofreciendo 10.000 dólares a la médium que consiga ponerse en contacto con su madre muerta y adivine las últimas palabras que ésta dijo antes de morir.
Lo mejor... que, aunque de lejos, tiene un cierto encanto porque recuerda al cine clásico. El que merecería un BAFTA de honor, o algo, es el preparador personal -si es que existe- de Guy Pearce, que a pesar de los años y de las arrugas sigue manteniendo una musculatura bastante apetecible.
Lo peor... lo poco que soporta cualquier juicio crítico medianamente exigente, especialmente cuando se empieza a caer en el romanticismo más blandito ('made in Gillian Armstrong') y el poco crédito del arranque se evapora automáticamente. Además, sale la niña irritante Saoirse Ronan, que en Expiación tenía un papel pequeño y ya resultaba bastante cargante. Es un producto fallido que ha pasado sin pena ni gloria. Merecidamente.
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