jueves, 4 de diciembre de 2008
LOST IN TRANSLATION

La cosa va de... una estrella de cine que viaja a Tokio para rodar un anuncio de una marca de whisky. Durante su estancia allí se aloja en el Park Hyatt, donde también está una joven recién licenciada en Filosofía y que está en un momento complicado, sin saber qué hacer con su vida y con un marido que trabaja como fotógrafo y con el que apenas coincide durante su estancia en Japón.
Lo mejor... que es tan creíble, tan real, tan desgarradoramente simple, que asusta. Un viaje a ras de suelo por Tokio, que no sobreactúa en ningún momento, y -sobre todo- una pequeña gran historia contada con el punto justo de (sentido y) sensibilidad. Más allá de la incomunicación o de la búsqueda de la felicidad, la película cuenta otras cosas, y las cuenta muy bien, con frescura, ironía y directas al estómago. Maravillosa e inolvidable la pareja protagonista Bill Murray-Scarlett Johansson, aprendiendo a abrirse entre pachinkos, neones de Shinjuku y cruces de Shibuya. Chapeau.
Lo peor... que Sofia Coppola no tenga un ritmo woodyalleniano de una peli por año y que no esté previsto un Lost in Translation 2. Con ese apellido, hay buenos augurios de que la secuela estaría a la altura.
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