lunes, 23 de febrero de 2009
Z 32

La cosa va de... un soldado de Israel que cuenta a cámara una historia que le atormenta, ocurrida unos años antes. En ella, tras la muerte de seis soldados israelíes, se ordenó a su grupo de élite una acción de represalia en la que murieron dos policías palestinos, que no guardaban relación con el ataque previo. Tanto el soldado como su novia aparecen con el rostro camuflado y hablan entre ellos sobre el hecho y lo que vino después. La película forma parte del programa de una asociación, Breaking the Silence, que recoge testimonios sobre soldados y ex soldados israelíes, con ánimo antibelicista.
Lo mejor... los diálogos entre el soldado y su novia, que es cuando se analizan los conceptos realmente importantes, principalmente los relacionados con el perdón y la necesidad de que las personas queridas te comprendan y disculpen tus errores, por graves que estos sean. El documental tiene fuerza en estas conversaciones y es un acierto el viaje en coche al pueblo donde todo ocurrió.
Lo peor... el ego del director y su manía en convertirlo en una tragedia griega y cantar a modo de coro, aunque las canciones corten el ritmo y no aporten gran cosa al conjunto. Muchos pueden entenderlo como una justificación de ciertos ataques palestinos, cuando la película simplemente va de un personaje de baja formación que se ve enrolado en algo que le supera. Y eso, desgraciadamente, supera la frontera de Israel y puede ajustarse a otros sitios, otros personas y las mismas atrocidades.
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