viernes, 27 de marzo de 2009
DUPLICITY

La cosa va de... un agente del MI6 británico que liga sin saberlo con una agente de la CIA en una fiesta del 4 de julio en el Consulado de Estados Unidos en Dubai. Tras esa noche de pasión, ella le deja drogado y le roba unos documentos con códigos militares de Egipto. Años más tarde, los dos volverán a coincidir y sus labores serán distintas, ahora fuera de labores de política internacional y centrados en el espionaje industrial, en concreto en dos empresas rivales de jabones y otros productos/compuestos químicos para el uso humano.
Lo mejor... resulta entretenida y atrae la atención por el ritmo frenético y la necesidad hasta el final de encajar las piezas del rompecabezas. Entre lo más destacado, la canción de los títulos de crédito finales y una cierta química post-Closer entre los protagonistas. Y es que Clive Owen es la constatación de que el mundo se ha perdido al digno sucesor de James Bond, con la mezcla perfecta de atractivo, elegancia y toque de crápula encantador.
Lo peor... todo huele a rancio, a pesar del glamour de diseño y las innovaciones tecnológicas al servicio del espionaje entre empresas. La sensación de déjà vu está ahí, y es que esto de espías en un mundo en el que nadie confía en nadie ya está masticado, y de formas más interesantes que esta. Como sabor agridulce queda también recordar que Tony Gilroy sorprendió hace un año y medio con la estupenda Michael Clayton, muy superior a este nuevo trabajo.
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