Ya no queda ni París - Películas

La cosa va de... un niño que descubre en un momento trágico que tiene una especie de garras, una agilidad propia de un animal y que además es inmortal y puede regenerarse tras una herida o cualquier tipo de daño. Junto a su hermano, que también tiene poderes, pasa del Canadá del siglo XIX a Estados Unidos, y a partir en muchas guerras. En una de ellas, su hermano se pone agresivo y los dos acaban siendo condenados a muerte, pero al ser fusilados no mueren y son encerrados en prisión, hasta que un responsable militar les propone formar parte de un cuerpo especial de élite. La primera misión, buscar un extraño material en Nigeria.

Lo mejor... que me ha devuelto por un momento a uno de mis ídolos e iconos infantiles. Nada más por eso, por algo tan subjetivo, le salvo del punto.

Lo peor... que la trama en sí tiene muy poco donde rascar. Resulta entretenida porque no da tregua, porque es una sucesión de escenas de acción y momentos de lo más intensos, pero cinematográficamente es muy pobre. Cumple a medias con el objetivo y, aún así, queda lejos de la primera película de la saga X-Men, la que firmó Bryan Singer en el 2000, que es posiblemente la mejor de superhéroes en lo que va de siglo. Hugh Jackman no es una mala elección para hacer de Lobezno, pero le falta un toque atormentado y es complicado deshacerse de la imagen de disfraz que por momentos transmite. La película se consume rápido y no deja huella.